La llegada de un nuevo Ser

Un pequeño vórtice se abrió, un vórtice que desafiaba en extremo las más elementales y básicas leyes del espacio-tiempo, moldeándolo a su antojo y dotándolo de un poder inimaginable a gusto del usuario. De dicho vórtice, un cansado joven apareció, su Ojo, negro como el azabache volvió a su usual color dorado. En su espalda reposaba con tranquilidad una espada y en la boca del chico un cigarrillo medio terminado hacía acto de presencia dotando a aquel joven de un aire misterioso y aterrador que siempre era característico en el, muchos detalles se podían haber dicho de él sobre su vestimenta o su forma de actuar, todos intrascendentales ante el momento que pronto se viviría, no en vano, él se convertiría en breves instantes, en miembro de pleno derecho de la infame Organización de la Luna Roja. Su gata, apoyada en el hombro del joven, movía la cola con tranquilidad, curiosa y desesperada por explorar aquel nuevo lugar que se alzaba ante ellos. Según las coordenadas de aquel joven, en ese lugar debía hallarse la secreta guarida de Akatsuki y, por ende, su nuevo hogar. La Guarida, sin duda estaba totalmente perdida en el vasto mundo y por eso la convertía en un escondite perfecto, rodeada de árboles y en el centro de un enorme bosque la protegían de las miradas de curiosos e indeseados. Sin duda alguna, si Noctis no hubiese poseído las coordenadas exactas le hubiese resultado cuanto menos imposible el hecho de llegar hasta aquel lugar. Noctis asombrado ante la magnitud del lugar esperó a que algo sucedería, algo que le indicara donde debía ir o que debía hacer, en definitiva, algo, que le indicara la presencia de que tan deseada persona se encontrara en aquel lugar, la Lider de Akatsuki.

La espera se hacía lenta y algo aburrida, Ayumi hacía tiempo que había desaparecido de nuevo ante la presencia de unos ratones que cautivaron su atención y monopolizaron todos sus pensamientos. Aquello era algo comprensible, pues, llevaba casi un día entero sin poder llegar a comer algo, ni siquiera su Amo había comido o bebido algo decente en bastante tiempo, demasiado quizá. Una vez el cigarro se hubo consumido, Noctis, cansado ya, se incorporó e irguió, apartando la espalda de la roca en la que se había apoyado durante parte de su espera, y comenzó con la Búsqueda de la Entrada a la Guarida con el simple y único propósito de distraerse, por leve que fuese dicho entretenimiento, pues, aunque la hallase sería demasiado descortés e incluso insensato adentrarse en un territorio desconocido y peligroso con la única valía de la palabra de un chico, que, cuanto menos, resultaba extraño.

Pronto la matutina luz que había acompañado al joven desde el inicio de ese día se extinguiría para dejar paso al tórrido calor que tanto agobiaba al ninja, esperaba que, al menos no se retrasasen mucho en venir a por él.