{ Misión C } - Niñera ~ V.2 (?)

Continuación del tema; { Misión C } - Niñera.

Bla, bla, bla. Aquella chica no se había callado desde que habían salido de la aldea, y comenzando a caminar hay.

— ¡No te tenías que meter, era algo mio, tú no tenías nada que ver allí! - Chillaba, gritaba. Yoko se masajeó la cien, ya le estaba hartando. — Pero no ¡tuviste que venir y arruinarlo todo, TODO! - Le gritó mientras agitaba los brazos como loca, un berrinche de niño pequeño.

— Jashin sama, dame paciencia - Le pidió a su tan preciado Dios, mientras continuaba caminando, hasta que la mocosa se paró frente de ella y frunciendo el ceño le pegó una cachetada, grave error.

— ¡Préstame atención cuando te hablo! Eres una ... - No pudo continuar su hablar al ser tomada del cuello y acorralada contra un árbol.

— Se nota que eres una mocosa mimada y yo no te voy a consentir - Susurró de forma fría, algo lúgubre. — A mi no me vengas con caprichitos oh quejas, de lo contrario terminas con el cuello roto y dale gracias a Jashin sama que me ah dado paciencia hasta ahora y eh aguantado todo tu puto chillido, y es más, que no te eh cortado la mano por la cachetada - Finalizó su hablar soltando un suspiro y soltándola, dejándola totalmente asustada por ese momento.

— L-lo siento - Susurró, no muy bien del todo ya que al tener el cuello apretado hace minutos había causado que su voz cambiara un poco. Agua salada comenzó a brotar de sus ojos, ensuciando aquellas blancas mejillas, había comenzado a llorar, asustada.

Caminaba tranquila, comiendo un dango que anteriormente había comprado en la tienda, por su parte Euphemia lloraba en silencio, al parecer la pelinegra se había pasado un poco en sus palabras, no le afectaba mucho, ya que ah medido le pasaba pero no aguantaba sentir aquellos murmullos y intentos de ocultar aquel llorar.
Un suspiro soltó y estiró su brazo, ofreciéndole un dango.

— Tómalo, claramente si quieres - Susurró tranquila, mientras la chica que hace momentos lloraba le miraba sorprendida y tomaba aquel dulce, comiendo un poco de el.

— Gr-gracias - Dijo mientras comenzaba a dejar de llorar.

— No tienes que llorar por cosas así, hay gente que podría tratarte aún peor que yo y tengo por seguro que lo sé y bastante bien - Comentó mientras le pasaba una bolsita con dangos a dentro, la cual Euphi, apodo que le había puesto, tomó con cuidado y comenzó a comer. — La gente tiene que ser fuerte... Sino, te derrotarán fácilmente - Dijo comenzando a pensar cosas, nada que ver con el tema, así que simplemente suspiro. — El punto es que no tienes que llorar y ya - Finalizó su hablar mientras se rascaba una oreja.

La niña asintió y le sonrió, al parecer olvidando lo que había pasado antes, el maltrato, el miedo quizás, entre otras cosas. Sin duda, a pesar que era algo... buscadora de hombres, mal educada entre otras cosas, era una chica dulce y tierna, hasta cierto punto, obviamente.

Ya el tiempo de llanto había pasado y el momento de preguntas y preguntas había llegado. Primero su nombre, cosa que Yoko no contestó, luego su edad, por qué tenía cicatrices en su cuerpo, hablando de las partes que eran visibles, obviamente. Luego de eso pasó a su familia, preguntando si era de un clan y de que aldea venía.

— Paciencia, paciencia... - Pensaba hasta que harta de preguntas suspiró y le miró frunciendo el ceño.

— Cállate... y soy Yoko Le'Cromwell ¿feliz? - Solamente se limitó a decir, de mala gana mientras Euphimia asintía, sonriendo. — Clan Uzumaki, en su momento fui de Konoha... tengo... Bueno, mi edad no te lo diré sino te sorprenderías, pero eso no te incumbe - Continuó hablando, mientras la pelirosa cada vez se emocionaba más por las respuestas. — Las cicatrices, por peleas, mi familia... murió hace mucho - Dijo sin emoción alguna, después de todo ella la había matado.

— Lo siento mucho por ti... - Susurró bajando la cabeza, cosa a la cual Yoko soltó una leve risa y llamó la atención de la peli rosa. — ¿De que te ríes? - Preguntó curiosa.

— Nada, solo que... Mmm nada - Se quedó callada, mientras soltaba un suspiro y ladeaba la cabeza continuando caminando, junto a la chica que no dejaba de hacer más y más preguntas.

— ¿Ah donde vamos? - Preguntó curiosa, luego de caminar bastante tiempo, en silencio, ya que por lo menos la pelirosa se encontraba con la boca ocupada comiendo dangos.

— A un lugar de encuentro con tu padre - Solamente dijo, mientras unos arbustos comenzaban a moverse. Yoko rápidamente centró su atención allí por las dudas, Euphimia, se escondió atrás de ella, mirando atentamente aquella cosa que se movía y para su sorpresa, un joven muchacho salió de ahí. — Qué mierda... - Pensó levantando una ceja, mientras la mocosa al verlo salió de inmediato de atrás de la pelinegra y caminó hasta el, comenzando a coquetear.

— Aquí... vamos de vuelta - Pensó mientras soltaba un suspiro y comenzaba a caminar nuevamente. — Camina oh ya sabes que pasará - Advirtió llamando la atención de la pelirosa que asintió y tomó del brazo a aquel muchacho, caminando con el.

Una muy poco interesante conversación comenzaron ambos jóvenes, a espaldas de Yoko, estupideces, pensamientos, gustos entre otras cosas comenzaron a hablar, hasta que comenzó a contar sobre su padre, mucha información para un desconocido.

— Euphimia, limítate con las cosas que cuentas - Susurró, de forma que la chica mencionada escuchara y le mirara con la cabeza ladeada. El muchacho sonrió de forma divertida.

— Parece que te tienen cortita - El chico se burló de la pelirosa, causando que esta se enojase y le mostrase la lengua, como una niña. Yoko antes esto, sonrió levemente, continuando con la caminata, escuchando varías... muchísimas burlas de parte del masculino, hasta que Euphimia se cansó de tal trato.

— ¡Cállate de una vez! - Exclamó, enojada al parecer, llamando la atención de la pelinegra y que levantara una ceja, atenta de aquella situación. — ¡Eres un estúpido, lárgate! - Chilló, mientras empujaba al chico lejos de ella. Este, sin otra opción se comenzó a ir.

— Interesante - Yoko pensó mientras soltaba una leve risa y continuaba caminando, con una Euphimia que estaba bastante enojada por aquellas burlas.

— Los hombres son estúpidos... - Susurró la pelirosa rompiendo el silencio que había entre ambas chicas. — Lástima que son tan lindos - Susurró nuevamente, ladeando la cabeza y encogiéndose de hombros.

— Tienes algo de razón, no en su totalidad - Opinó rascándose la cabeza. — Hay hombres de todas clases... Pasa que ellos... Ahm... Bueno, simplemente son una ''especie'' jodida - Explicó suavemente, mientras continuaba caminando hasta llegar a un claro, o algo parecido, donde sería el punto donde se encontraría con el feudal y le entregaría a su hija, terminando aquella misión.

— Tienes razón... - Comentó reflexionando un poco. Al notar donde estaban, miró a su alrededor, ladeando la cabeza posó su mirada sobre Yoko, confundida. — ¿Qué hacemos aquí? - Preguntó curiosa, mientras Yoko se cruzaba de brazos, mirándole, soltando un suspiro.

— Un lugar de encuentro, aquí termina mi misión y te marcharás con tu padre - Solamente dijo, mientras un silencio se hacía presente allí, algo incómodo, por lo menos para la peli rosa.

— ¿Nos volveremos a ver? Por qu... - No pudo continuar su hablar al ser interrumpida por un cortante ''No'' de parte de la pelinegra ¿cómo podía ser tan indiferente? Se preguntaba mientras ladeaba la cabeza y miraba a Yoko.

En cuestión de minutos llegó un carruaje, que al abrir su puerta dejó ver al feudal sonriendo, esperando a su hija. Esta solo suspiró y caminó hasta el carruaje, mirando a la femenina. — Luego pasaré por mi paga - Solamente dijo, mientras se daba la vuelta y comenzaba a caminar, marchándose de allí y Euphimia por su parte solo le miraba y subía con pesadez a aquel carruaje y se marchaba de allí.

Misión completada.

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