{ Misión C } - Niñera.

Día... Día, mucho sol, calor, como lo detestaba. Caminaba tranquila por las puertas de aquella aldea, a diferencia que otras veces, su capa de Akatsuki no le acompañaba, pero si aquella enorme os, que era como ''su orgullo'' Aunque... en realidad era solo costumbre llevarla consigo, rara vez no iba acompañada de su tan preciada guadaña.
Se encontraba vestida con una ropa distinta a la habitual, ya que estaba usando un kimono, raro en ella. Negro y con bordes verdosos, abierto en la parte del pecho, dejando a la vista bastante del mismo, y con unas vendas tapando sus pechos.

— ¿Cómo llegué a esto? - Pensó ladeando la cabeza, apoyándose en una pared, mirando el suelo. La líder akatsuki, un ninja temido, sádico y que casi exterminó a toda su aldea... Cuidando a una mocosa que andaba atrás de chicos, una... No, no tenía que pensar esas cosas, eran... solo las hormonas, cosas de la edad.

— ¡Hola guapo! - Una voz chillona se escuchó, sacando a Yoko de sus pensamientos, causando que esta, curiosa, volteara a ver de donde salía aquel sonido. Una niña, de cabellera rosada y grandes ojos celestes, era bastante linda, parecía tener aproximadamente unos 16 o 15 años de edad. Vestida con un uniforme de escuela se encontraba, dejando a la vista una blancas piernas, aparentemente suaves. Yoko, al ver eso ladeó la cabeza, ¿esa chica mostraba sus ''atributos'' para llamar la atención de los hombres? era... patético. El chico al cual le estaba hablando, no le restó atención absoluta a la peli rosa, cosa la cual le molestó y lo empujó, yéndose lejos de el, con las mejillas infladas y enojada, cosa a la cual Yoko sonrió, era divertido ver a la gente enojada.

— Oye, tú - Le llamó comenzando a caminar hacia la peli rosa, que ahora se encontraba parada, mirándola con la cabeza ladeada, curiosa. — Eres la hija del Feudal, ¿no es así? - Preguntó una vez frente a la muchacha la cual asentía con la cabeza.

— ¿Quién es usted? - Preguntó, examinando con la vista detenidamente a la pelinegra frente de ella, que ahora, se encontraba con mas manos metidas dentro de su kimono, mientras soltaba un suspiro y respondía con pesadez.

— Tú niñera - Solamente dijo, de forma cortante, dejando a la chica confundida.

— ¿Mi ni-niñera? - Preguntó sorprendida, abriendo su boca, y comenzando a decir cosas que al decir verdad, a Yoko le importaban un bledo. — Sí, tu niñera - Interrumpió entre tanto balbuceo de infinitas barbaridades que llegaban de insultar de su padre hasta al panadero. — Te cuidaré solamente por el día de hoy ¿sabes por qué? Por qué eres una... una chica que anda siempre tras el primer muchacho lindo que se le cruce - Continuó su hablar, omitiendo una palabra de su vocabulario.

— ¡Yo no ando atrás de los chicos! - Exclamó frunciendo el ceño, y apretando los puños, causando que en el rostro de Yoko se dibujase una sonrisa.

— Claro que si, recién te acabas de enojar con uno porque no te prestó ni la más mínima atención - Le dijo tranquila, mientras se rascaba un ojo.

La mocosa de cabellos rosas se enojó al escuchar eso y simplemente insultó a Yoko, cosa que hizo que la pelinegra soltara una leve risita, a esa niña le faltaba educación. La hija del feudal, dispuesta a irse, se dio la vuelta, dándole la espalda a Yoko y comenzando a caminar. Yoko por su parte, la miró detenidamente y suspiró. Con la mano que se rascaba el ojo tomó sin delicadeza alguna a la mocosa aquella y la tiró hacia atrás, causando que cayese sentada en el piso.

— ¿Cómo te llamas, mocosa? - Preguntó intentando ser amigable, sonriendo falsamente.

— Euphemia... - Susurró de mala gana.

— Lindo nombre, ahora levántate, vamos a ir a ver una cosa que necesito - Dijo sonriendo levemente, mientras caminaba hacia delante, dejando a ''Euphi'' en el suelo, mirándola de mala gana, cosa que al decir verdad a Yoko le daba igual. La pelirosa soltó un suspiro y se levantó del suelo, sacudiéndose la ropa comenzó a caminar atrás de Yoko, a paso lento, mirando las cosas que habían por hay.

— ¿Qué vamos a ver, chica sin nombre? - Preguntó Euphemia, mientras posaba su mirada en la pelinegra, más bien en su espalda luego de caminar unos minutos.

— Algo que comer, tengo hambre - Solo dijo, mientras la otra le miraba susurrando cosas, insultos siendo exactos ¿acaso el feudal no le había enseñado modales a esa mocosa? Al parecer no.

Así caminaron hasta llegar a un pequeño puesto de comida, donde Yoko entró, dejando a la mocosa afuera.

— Dangos - Pensó viendo un estante con aquel delicioso dulce, comprando unos, en cuestión de minutos ya se encontraba saliendo de la tienda. — Oye... - Susurró, buscando con la vista a la chiquilla, mirando hacia la derecha, no había nada, izquierda, lo mismo que la derecha. Se fijó dentro de la tienda, no, ella no había entrado con ella ¿donde mierda se había metido?

— Joder con esta pendeja - Dijo tan ''educada'' frunciendo el ceño. Comenzó a buscarla, a toda velocidad, hasta llegar cerca de la puerta de la aldea, donde la encontró, siguiendo a un muchacho rubio, de ojos celestes, dejándose abrazar, tomar del brazo por la peli rosa. Yoko por su parte, se acercó rápidamente a ella.

— Cuando te vas, tienes que avisar, de lo contrario te pegaré el jodido culo en el piso para no perderte - Dijo a las espaldas de ambos jovenes, que al escuchar su voz saltaron asustados. Euphemia la miró, roja de vergüenza por lo dicho, mientras el muchacho comenzaba a reír.

— No se que te causa tanta gracia - Nuevamente Yoko habló, en su tono tan adorable, mirando de mala gana al chico que se quedó callado al instante mirándole con miedo. — Levántate y camina, dices algo y te corto la lengua y coso la boca ¿entendido? - Dijo clavando su mirada en la chica, mientras esta tragaba saliva, al parecer un poco asustada, asintió. Se levantó y despidió con la mano del chico, que ahora se encontraba mirándola, confundido, mientras Yoko se marchaba, cruzando por las puertas de aquella aldea acompañada por la pelirosa.

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