Un pelinegro se encontraba en lo que quedaba de Otogakure no sato. A lo lejos, se divisaba una gran cortina de humo, probablemente los invasores de la aldea seguian haciendo de las suyas. El pánico dominaba toda la aldea, o lo que quedaba de ella. Rápidamente se habia difundido la noticia del fallecimiento del Otokage.
-Supongo que este es el fin.-
Dante saco un cigarrillo y su encendedor del bolsillo de su chaqueta. Puso el cigarrillo en su boca y lo prendió. Saco el cigarrillo encendido con dos de sus dedos de la mano derecha y lanzó una mirada al cielo.
-Lo siento, padre... No fui capaz de defender la aldea por la cual diste la vida. No soy capaz de ir por ellos, se que perderia...-
Dante se agacho y, con el cigarrillo, escribe unas frases en el suelo. La frase decia:"Aquí yacen las almas de los habitantes de Otogakure no Sato. Siempre honraré sus nombres. Larga vida al Otokage, y larga vida a Otogakure no Sato".
El pelinegro se puso de pie, tiro el cigarrillo y hecho a caminar para el lado contrario de su aldea, mientras susurraba unas palabras.
-Algún día, volveré. Te lo prometó, Sparda y cuando lo hagas, espero que estes orgulloso de mí, padre..-
Y sin más que decir, desapareció, llendo sin rumbo hacía algún lugar, esperando empezar de nuevo...