Unas largas y merecidas vacaciones en su población natal después de su grado como shinobi de la aldea de kumogakure, rozagante y con todas las energías dispuestas para ponerse a órdenes del raikage, atravesó las montañas Hamacho, arboles, barro, y animales exoticos encontro en su andar, pero iba con tal convicción y actitud que el tiempo y el camino se le paso en un abrir y cerrar de ojos, al ver ya al horizonte las primeras casas de la aldea, se acomodo sus guantes y su pequeño corbatín, y empezó a silbar su pequeña melodía mientras caminaba y metía sus manos en los bolsillos de su abrigo, dirigiéndose al despacho del raikage para ponerse a las órdenes de la máxima autoridad de la aldea.
-Pronto tendre que hacer, el señor raikage seguro tendra una tarea para mi dijo para si mismo Igari, mientras caminaba por las calles.