... Principio y Final ...

Hacía demasiado tiempo ya que Gilbert habitaba este corrupto mundo, hacía demasiado tiempo ya que Gilbert sufría sin descanso. El ninja era incapaz de recordar casi nada de su Pasado, apenas unas dolorosas imágenes que se mostraban en su mente constantemente, atormentándolo y llevándolo al borde de la locura. Siempre se mostraba lo mismo en sus pesadillas, tiradas en el suelo de una bella casa una mujer y su bebe recién nacido en brazos yacían muertos en el suelo rodeados de un gran charco de sangre, todo a su alrededor parecía roto y destrozado como si allí hubiese habido una pelea, al lado de las dos mujeres, un joven Gilbert las miraba con mirada fría y penetrante, se encontraba cubierto de sangre, sin embargo, no parecía que fuera su sangre, en un segundo plano, multitud de otros cadáveres que parecían pertenecer a las personas que trabajaban allí como criados, todos uniformados, yacían igualmente ensangrentados. En ese momento, justo cuando el Gilbert del sueño cerraba los ojos, Gilbert se despertaba de su sueño, desorientado y angustioso. No podía dejar de preguntarse que había hecho en su pasado y quienes serían aquella mujer que sostenía en brazos a esa niñita de apenas unos meses de vida. Sin embargo, con el tiempo había ido acostumbrándose a esas imágenes que se formaban en su cabeza y a pesar de que cada vez eran más vívidas y reales, Gilbert intentaba descubrir más de su pasado y se esforzaba por recordar cualquier otra cosa que le desvelase algo sobre él o sobre esas mujeres. Sin embargo, algo le carcomía la mente de manera constante y dolorosamente real, acaso había sido capaz de matar tan a sangre fría a aquellas personas, no parecían ser ninjas, apenas si sabrían como defenderse. Porque Gilbert las había matado de una forma tan brutal era algo que no podía imaginarse.

Aquella noche hacía bastante frío a pesar de que no corría nada de aire. En aquel Cementerio, Gilbert miraba fijamente dos lápidas que decían: “Samantha Nightray” y “Silvia Nightray”. No recordaba quien podía ser, aunque lo sospechaba y eso le causaba más angustia, Gilbert pensaba que casi sin ninguna duda se trataría de aquellas mujeres de sus sueños, seguramente Samantha, de 37 años según la lápida de su muerte, se habría tratado de su Madre, mientras que Silvia, de 4 meses, sería su hermana. Al menos eso pensaba Gilbert. Sin embargo, no podía volver atrás en el Tiempo y averiguar qué había pasado en realidad, además, nadie parecía dispuesto a ayudarle, ya fuera porque no sabían nada sobre el asunto o porque simplemente tenían demasiado miedo de hablar. Gilbert se preguntaba dónde estaría su padre o si estaría vivo siquiera, en sus sueños no aparecía nada sobre él y eso le sorprendió un poco al principio, sin embargo, se dijo a sí mismo que sería inútil preocuparse por eso ahora.

El lugar estaba desierto, nadie se encontraba por los alrededores en aquellos momentos, no era de extrañar, al fin y al cabo era bastante tarde y un Cementerio no era el lugar más apropiado para pasar la noche una persona normal. Es por ello por lo que Gilbert solía venir tan tarde, ya que no tenía ganas de ver a nadie. Multitud de tumbas se hallaban en aquel cementerio, cada una con su propia historia y desgracia. Gilbert sacó un cigarrillo y el mechero y con calma lo encendió, dando una larga calada a este, por unos instantes el humo de este permaneció en su boca, hasta que finalmente, lo expulsó, formando una pequeña y volátil nube de humo grisáceo.

Siguió mirando durante varios minutos más a aquellas lápidas a las que nadie les traía flores desde hacía demasiado tiempo. Gilbert casi se sentía mal por ello, la mayoría de las otras lápidas solían estar adornadas bellamente con flores de sus seres queridos, sin embargo aquellas dos tumbas no, siempre tan yertas y vacías, como aisladas de las demás. Sin embargo, en aquella ocasión había sido diferente, un bello ramo de rosas blancas adornaba la tumba de la que creía era su madre, mientras que otro igual de bello de lirios igualmente blancos hacía lo propio con la tumba de su hermana. Con tranquilidad dio otra calada al cigarro y se apoyó en el tronco de un árbol cercano a ambas tumbas. Hacía tiempo que Gilbert había perdido sus ansias de vivir o sus intenciones de hacer cualquier cosa con su vida, multitud de veces había pensado en acabar con su vida él mismo, sin embargo, nunca era capaz de hacerlo, era un sentimiento extraño para él el que le impedía cortarse el cuello o las venas como tanta otra gente hacía. Gilbert pensó en su misterioso pasado y en su aun por descubrir futuro mientras seguía apoyado en aquel viejo y duro roble. Era evidente que pronto, si no lo había hecho ya, una Gran Guerra Ninja se desataría en el Mundo y Gilbert aun estaba por decidir su papel en ella. Sin embargo, cada vez más el clima de tensiones y ataques imprudentes tanto de los Renegados como de las Aldeas evidenciaban una difícil situación social. El Mundo se preparaba con sus mejores defensas contra otro desastre como era una Guerra, en cualquier otra situación Gilbert actuaría como un Mercenario, vendiéndose al mejor postón, sin embargo, había oído que un hermano suyo, al cual hacía relativamente poco que se había vuelto a encontrar había estado inmerso en aquella batalla, Gilbert había sabido que su nombre era Minato y que, al igual que él, también era un Renegado. Eso complicaba las cosas, ¿sería capaz Gilbert de ir en contra de su propio hermano en la batalla? No estaba seguro de aquello, sin embargo, se dijo a sí mismo que no debía hacerlo, ya que él quizás le pudiese ayudar a descubrir más sobre su pasado o sobre quien eran sus padres. Francamente, Gilbert odiaba aquel tipo de situaciones, a él le gustaba la tranquilidad de su Hogar en el Bosque y dar largos paseos alrededor del mismo, solamente siendo iluminado por la luz de la Bella Luna, le gustaba leer y sobretodo, le gustaba estar solo. Sin embargo, una Guerra lo cambiaba todo.

Nada se oía en aquellos instantes, solo una solitaria ráfaga de viento azotó las hojas de aquel árbol, cuando Gilbert decidió que debía reencontrase con su hermano, su encuentro daría lugar a las respuestas que Gilbert necesitaba, al menos eso esperaba en aquellos instantes. Sin embargo, no sabía donde se encontraría en aquellos instantes, así que Gilbert decidió esperar a que amaneciera para ir a buscar a Minato, al fin y al cabo, existía la posibilidad de que Minato apareciera por aquel lugar. Con otra larga calada a su cigarro lo terminó y lo lanzó hacía el suelo a una distancia considerable. Tras eso, nada se oyó en el aire, Gilbert cerró los ojos y pensativo espero al ansiado amanecer.

Nada se movía en aquella bella noche, en aquel oscuro cementerio, incluso las hojas de los allí presentes arboles permanecían en un estado de total reposo y tranquilidad. El antiguo ninja, a pesar de su aparente corta edad, Gilbert permanecía apoyado en aquel duro y viejo tronco ensimismado en sus pensamientos y sus recuerdos, cada vez más nítidos, aunque aún insuficientes. Aparte de él nadie más se encontraba por allí, al menos por aquellos instantes. Aun pensando en que le diría a Minato y en como intentaría averiguar la verdad sobre su pasado, algo llamó ligeramente su atención, al menos durante unos breves instantes, unas finas y delicadas gotas de lluvia habían comenzado a precipitarse desde el cielo, en realidad Gilbert llevaba bastante tiempo esperando aquello, al fin y al cabo, todo el día el cielo había estado poblado de grises y gigantescas nubes. Pronto comenzó a llover con mayor intensidad, mojando completamente a aquel ninja solitario, sin embargo a Gilbert no le importaba en absoluto mojarse, al contrario, más bien lo agradecía, ya que una de las pocas cosas que le gustaban era pasear en los días lluviosos y solitarios, lo único que echaba en falta de aquellos días era la incapacidad de poder fumar mientras paseaba, ya que el cigarrillo se le apagaba enseguida.

Pronto otro joven ninja ataviado con una larga túnica negra se presentó en aquel cementerio, al parecer venía a visitar a alguno de sus familiares, Gilbert era la primera vez que se lo encontraba por aquel lugar tan solitario, sin embargo, su cara no le era desconocida en absoluto, al fin y al cabo se trataba del Líder Taka y uno de los criminales más buscados, su información y su rostro aparecían claramente en el renombrado Libro Bingo. A pesar de ello, Gilbert no mostraba interés alguno por aquel joven, y ante unas breves palabras que el Lider le dirigió, Gilbert se limitó a resoplar con total tranquilidad, el ninja que acababa de llegar parecía pensativo igualmente, sin embargo, algo en él hacía que Gilbert no sintiera deseos alguno de compartir una conversación con aquel joven.

La Noche avanzaba con calma en aquel sombrío lugar donde los muertos vagaban libremente, atemorizando a los insensatos vivos que osaban entrar en sus territorios. La respiración de Gilbert permanecía tranquila, sin que pareciese dispuesto a hacer movimiento alguno. Gilbert enfocó su mente vagamente con la intención de recordar algunos datos sobre el Líder Taka, creía recordar que se llamaba 2D o algo parecido, sin embargo, no estaba seguro, aunque sabía con certeza al infame clan al que pertenecía, el Legendario y Maldito Clan Uchiha, según los datos que Gilbert había adquirido, todo su Clan había sido destruido hacía algún tiempo, y que sin embargo, había varios supervivientes entre ellos.

Tras varias horas de intensa lluvia, un momento de calma entre aquella tormenta, permitió a Gilbert fumar de nuevo, por lo que con calma sacó otro cigarrillo y lo encendió, aspirando nuevamente el humo y dejando que este saliera al poco tiempo. La calma que en esos momentos se respiraba en aquel lugar era abrumadora, sin embargo, la simple presencia de aquel joven que tanto parecía incomodar a Gilbert, la alteraba de manera súbita. Gilbert le dirigió por primera vez en todo aquel tiempo que llevaban allí los dos una larga mirada cansada y que no denotaba interés alguno, se preguntaba si acaso solo habría venido a visitar a sus familiares o tendría algún otro objetivo en mente, sus sospechas no eran infundadas, ya que, al fin y al cabo, por todos era comentado los continuos ataques que algunas Aldeas estaban sufriendo de parte de Taka. Al parecer la única que parecía haber sobrevivido al embiste de estos parecía ser Sunagakure no Sato. A Gilbert todo aquello le importaba lo suficientemente poco como para no inmiscuirse en asuntos de este tipo. También había oído que uno de los Ayudantes de Taka, otro Renegado, al igual que él, había caído en combate, por lo que Gilbert no podía sino imaginar las turbias razones que habían llevado a aquel personaje junto a Gilbert, casi con completa seguridad pronto saldría el Tema de Taka y le pediría que se uniese a ellos, bien si como pensaba Gilbert se trataba de eso, no sería él quien iniciara aquella conversación. Sin embargo, los temores de Gilbert amenazaban con tornarse realidad, se vería obligado a elegir un bando, algo que odiaba francamente. Aun no sabía la respuesta a la pregunta que con toda seguridad le plantearía aquel joven de un momento a otro, aunque lo más probable es que fuera como fuese terminaría perjudicando a Gilbert.

Con calma dio una nueva calada al todavía encendido cigarro y esperó a que finalmente aquel joven dijese algo que mereciese la pena escuchar.

Las Gotas de Lluvia que salían de las nubes de aquel oscuro cielo parecían volver a renacer tras aquellos segundos de calma que hasta unos instantes había prevalecido en el tiempo. El otro Ninja que se encontraba en el cementerio junto con Gilbert, parecía pensativo y cuando Gilbert le miró él hizo lo propio, sus ojos parecían bastantes tristes, sin embargo, aquello a Gilbert le resultaba bastante indiferente. Cuando el joven Taka volvió a hablar, Gilbert se percató de sus últimas palabras, ignorando completamente las demás, tal y como Gilbert había imaginado, aquel misterioso Shinobi no había tardado demasiado en hacer referencia a cualquier tema sobre ninjas y poder. Aquello era bastante previsible y frustrante, al menos para Gilbert.

Gilbert observó lentamente como aquel joven ninja hacía una especie de ritual en la tumba del que parecía ser su padre, al parecer su propio padre fumaba también y al ver fumar a Gilbert este había decidido hacer esa especie de “ritual”. En fin, aquello a Gilbert le importaba demasiado poco como para hacer mención alguna, al menos durante más de 3 segundos. El joven se había vuelto a poner la capucha característica de su Organización, al menos, eran conocidos por ello. Cada vez estaba más seguro de que si le pedían ayuda en sus propios Planes, Gilbert les rechazaría, no tenía intenciones de tomar partido en aquella absurda guerra, al fin y al cabo, para Gilbert todas eran absurdas, todas se trataban de lo mismo, poder, dinero, ansías de conquista, egoísmo humano en todos los casos. Almas corrompidas por el poder que ansiaban conseguir y mantener a toda costa. Gilbert era ajeno a todos aquellos problemas que movían el mundo en aquellos momentos.

El joven ninja tras unos momentos de silencio le comunicó que se llamaba 2D, Gilbert calló durante largo rato, no tenía intención alguna de mantener una conversación con aquel sujeto, al fin y al cabo, solo esperaba a que amaneciese con tal de ir a buscar a Minato a donde quiera que estuviese en aquellos instantes, pero si aquel ninja seguía insistiendo, le parecía a Gilbert que su búsqueda se adelantaría solo con tal de buscar algo de soledad al fin, últimamente, siempre que ansiaba estar solo durante largo tiempo, alguien venía con cualquier motivo, siempre indiferentes y estúpidos a ojos de Gilbert, y que sin embargo, debía hablar con él, los demás parecían no entender que Gilbert el único sentimiento que les profesaba a los demás era una total y abrumadora indiferencia, combinada con el hecho de su profundo odio hacia la especie humana.

Con relativa calma, Gilbert finalmente le dijo su nombre, esperando que así se callase durante un rato: - Gilbert… Nada más pronunció Gilbert en todo aquel tiempo, el cual pasaba despacio, convirtiendo cada segundo en una eternidad que escapaba agónicamente entre las garras del destino.
La lluvia había mojado demasiado aquellas flores que Gilbert había dejado en aquella tumba, era una pena pensaba Gilbert, sin embargo, tampoco le importaba demasiado. El silencio era cada vez más predominante en aquellos instantes.

Gilbert imaginaba que ocurriría momentos después de su negativa, aunque en realidad, esperaba que aquel otro ninja fuese lo suficientemente inteligente como para no presentar batalla contra Gilbert, ya que aunque a este no le gustara demasiado era un gran ninja, y sus habilidades en combate eran, cuanto menos, prodigiosas. Sin embargo, si aquel tipo le obligaba o intentaba persuadir de que le ayudase, con digamos demasiada insistencia, Gilbert contaría con un asesinato más en su haber, al fin y al cabo, en aquellos negros tiempos, la muerte era un tema común día a día.

Su, hasta entonces resguardada de la lluvia, Gata Ayumi, salió de su refugio entre el tronco del árbol en el que Gilbert permanecía aun apoyado, al verla Gilbert le dirigió una escasa sonrisa, a lo que la gata correspondió con un ligero ronroneo, y acto seguido, acarició lentamente su pierna con su lomo negro, al igual que el resto de su suave y hermoso pelaje, a excepción de una pequeña mancha en su pata superior izquierda. Gilbert se agachó y le acarició suavemente la pequeña cabeza de Ayumi y enseguida la subió a su hombro, lugar donde solía ir cuando viajaba con Gilbert, cosa que ocurría muy a menudo, puesto que apenas si pasaba tiempo en su hogar últimamente. Al contrario que con el otro ninja que aun vagaba por allí, Gilbert se mostraba alegre, animado y feliz, al menos todo lo que él podía llegar a estar, lo cual no era demasiado. Con una pequeña sonrisa la saludó de nuevo, tras su sueño. Mientras continuaba acariciándole la cabeza con calma.

Gilbert encendió un nuevo cigarrillo y fumó con calma hasta que algo le llamase de nuevo la atención, ya que en opinión de Gilbert, aquel otro joven no podría distraerle con cualquier tema interesante.

La infinita paciencia de la que seguía haciendo gala Gilbert hizo que el silencio siguiera vagando a placer en aquel apartado lugar del Mundo, sitio al que nadie quería tener que ir y que, irremediablemente todos acabábamos yendo, ya fuera más tarde o más temprano, últimamente, y para desgracia de aquel azotado mundo, las muertes eran frecuentes y no solo eran ninjas los que caían bajo el influjo del poder y la corrupción. Los inocentes aldeanos que nada temían, pues nada sabían, morían a decenas en las cada vez más atacadas y débiles Aldeas. Parecía que el hecho de que Ayumi estuviera sobre Gilbert parecía haber llamado la atención al otro ninja que se encontraba con ellos, puesto que aquel joven finalmente pronunció las palabras que Gilbert tanto había esperado y temido. Tenía clara la respuesta en su mente, al fin y al cabo, aquella nunca había sido su Guerra. Cuando el Lider Taka terminó de hablar parecía como si se impacientase cada vez más por conocer la respuesta de Gilbert, se mostraba casi ansioso por desaparecer de aquel lugar, quizás las urgencias para con Taka le llamaban, así que Gilbert, rompiendo con su habitual parsimonia pronunció levemente:- No… - Aquello era cuanto el joven estaba dispuesto a pronunciar aquella noche, la noche avanzaba lenta pero segura y el sol comenzaba ya a clarear en el horizonte, por lo que la hora de buscar su pasado se acercaba notablemente.

Acariciando una vez más la cabeza de Ayumi, Gilbert se puso recto, pues hasta ese entonces había permanecido apoyado en el tronco del árbol y sin mencionar palabra alguna comenzó a caminar, detiendose unos segundos en las tumbas con sus apellidos. Cerró los ojos unos instantes pensativo y desapareció de aquel lugar caminando hasta perderse entre el horizonte.

No sabía su Destino concreto, de hecho, nunca lo había sabido, la forma de vivir de Gilbert cambiaba constantemente, nunca seguía un rumbo fijo, nunca denotaba unas mismas intenciones, para él el futuro era algo impredecible, aunque con casi total certeza igual de dolorosos y ruin que el presente o más si cabía esa posibilidad. Sus primeros pasos quizá lo conducirían a alguna de las atacadas y maltrechas aldeas, quería conocer la situación exacta de las Aldeas y los peligros que sufrían, si se iba a librar una Guerra como Gilbert predecía, sabía que no podría librarla solo y aunque había rechazado la ayuda de Taka, si conseguía infiltrarse en las Aldeas y conseguir su Ayuda y protección, Gilbert conseguiría un poderoso aliado que le permitiría continuar con la incesante y hasta ahora infructuosa búsqueda de su Pasado.

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