Un día como cualquier otro en la cálida aldea de la arena, ya han pasado 5 años desde que vivo aquí y no e tenido ninguna información de la gente que busco, ya en pie decidí tomar un paseo por la ciudad para despejar mi mente de los pensamientos que me invadían, a pesar del tiempo que a pasado no dejo de pensar en que sera de la gente de mi clan pero no podía seguir pensando en tales cosas, no era el momento, aun cuando intentara no pensar en ello seguía invadiendo mi mente las llamas de aquel día y la corriente en el desierto cuando fui encontrado por aquella kunoichi encapuchada a la cual nunca pude volver a ver.
A la vez que caminaba sin rumbo fijo me percate que me acercaba a los muros de la aldea de la arena, desvié mi vista hacia la cima de estos observando el cielo mas haya de la frontera, a pesar del tiempo que tenia en la aldea jamas observe desde tal lugar, seguí caminando por una calle cualquiera con las manos en los bolsillos y mi cabeza un tanto inclinada, sabia que me había propuesto el proteger esta aldea como no pude proteger a mi pueblo pero solo era de cuestión de mirarme, no e logrado nada por la aldea, incluso sigo siendo un miserable genin que apenas es capaz de protegerse a si mismo, subía por las escaleras apegadas al muro llegando a los miradores de la arena, me apoye en un barandal que se encontraba en el lugar mirando hacia el desierto perdiéndose en el horizonte, pensando solo en que sera de mi futuro en este lugar...